Dulce
Mujer pequeña y delgada, aparenta fragilidad, es por eso que inspira ternura, ganas de protegerla y abrazarla como alguien desde siempre conocida y apreciada.
Sin embargo ante el Steinway de gran cola y arropada por la banda de músicos que le acompaña, Dulce Pontes en el escenario se agiganta, se crece llenando con su voz portentosa y de matices infinitos, todo el auditorio.
«Lágrima», lágrimas.
Aún siendo autora de «lágrima» la gran Amalia Rodrigues, me quedo con la forma de cantar e interpretar de Dulce Pontes que en este directo junto a Lidia Pujol y Maite Martín bordan una de las versiones más singulares (catalán y portugués) de esta bella canción.
El fondo en un segundo plano; la orilla portuguesa del Guadiana, frente a la barriada de Canela ayamontina, un lugar único a la hora de la caida del sol cuando lentamente se va yendo hacia lo más lejos del Algarve portugués. Los galivos de los «molinos de viento andevaleños», por detrás del Ponte que une los dos territorios hermanos, enlazan con el paisaje de cal que entre luces, perfilan un Ayamonte evocador que invita a la nostalgia, el recuerdo y en medio el rio…como en Lagos, Lisboa, Porto, etc.